martes, 29 de diciembre de 2009

Un ejemplo perfecto de la puta mentalidad barcelonesa.


Estas son las ventanas del gimnasio municipal al que me he apunté a principios de mes. Está al lado de casa. Al lado. Si vives en mi casa, pasas muchas veces por esta calle. Muchísimas: para comprar en el Dia%, para ir al metro, para comprar el pan, para ir a la farmacia a comprar gasas para la fístula... Está en la puta Rambla del Raval, justo en la otra punta de donde está el hotel donde Angélica se alojó cuando hicimos Venecia en el cccb. A 20 metros de donde vivo con Xavi, en el centro del parque temático del centro de Barcelona, el centro del mundo, claro.

Antes, estas ventanas tenían pretiles. En esos anchos pretiles, resguardados de la lluvia, se hospedaban los vagabundos. Uno de ellos tenía una cara espeluznante. No sabría decir cuántos años tenía. Otro era joven, veintipocos, y guapo. Guapo como pocos. A veces el joven vendía unos mecheros que nadie compraba y, si conseguía algo de dinero le compraba un cartón de vino al de la cara horripilante. Le vi salir en alguna ocasión del badulaque de la calle St Pau con el cartón en la mano hasta estos ventanales, hasta la casa del otro, lo buscaba bajo las mantas y le daba el vino. También lo recuerdo con su propia manta atada al cuello y con unas botas que le venían enormes, jugando arriba y abajo de la calle. Debía de ser casi un crío. Vivían todos en estos ventanales.

Hace cosa de dos meses pusieron estas placas inclinadas en los pretiles para que nadie pueda vivir ahí. Algún hijo de puta decidió quitarle su puta choza, ni siquiera eso, porque no era ni una choza, era un puto pretil de una puta ventana. Ni siquiera les derribaron una chabola, ni siquiera una cabaña. Sólo era una superficie sin más, una maldita superficie donde ponían sus mantas, donde se meaban para calentarse con su propia orina, donde dejaban sus mantas durante el día. Todos respetábamos sus mantas, sus mecheros, sus cartones de vino. Nadie les tocaba nada. Eran sus cosas. Vivían allí, joder. Ahora, por culpa del hijoputa sociata kabronazo de turno, por culpa de ese puto cabrón de turno que se jacta de ser socio de Médicos sin Fronteras, balbuceando sus putas gestas con la boca llena de caviar en la puta noche de Navidad, por culpa de ese hijoputa que compite con sus amigos hijosdeputa por ver quién tiene al niño adoptado más negro, por culpa de esos hijos de la gran puta los mendigos de la calle Sant Pau no pueden dormir a cubierto de la lluvia siquiera.

Odio al puto Ayuntamiento de Barcelona, lo odio con tanta fuerza que a veces desearía que me estallara el cráneo en mitad de la puta plaza Sant Jaume llevándome por delante a todos. A TODOS. Os lo juro.

Hace un par de años, en febrero del 2008 estuve a punto de irme a vivir a Madrid. ¡Imagínate! ¡A Madrid! De Guatemala a Guatapeor, me decían algunos imbéciles. Qué maldita manía le tienen los catalanes a la puta capital, joder. Qué rabia les daba que cambiara la modernísssssima coñita de Barcelona por la rannnnncia caspita de Madrid. Me gustaba verles indignadísssimos. Ofendidísssimos. No entendían nada. Estuve barajando Valencia y Madrid POR PURA CASUALIDAD. PORQUE TENÍA UNOS BOLOS AHÍ. Y acabó siendo Madrid porque conseguí el piso más barato. YO LO ÚNICO QUE QUERÍA ERA SALIR DE BARCELONA. Y al final me quedé. Tenía piso y todo, apalabrado y todo, y me quedé. Me quedé en Barcelona, sabiendo dónde me quedaba, sabiendo que esto iba a pasar. Y ahora, si no salgo periódicamente de esta mierdosa ciudad que apesta detrás de sus escaparates de diamantes y rubíes, me empieza a subir algo... Algo gordo. Una especie de náusea de dimensiones cósmicas.

Intento salir adelante con humor, siempre que puedo. Enviando villancicos con pedorretas, o instantáneas de mamadas a Santa Claus.

Tener conciertos de vez en cuando también me ayuda a no volverme loco, pero ya hace mucho que no tengo un puto bolo. El último fue el 15 de noviembre, al que vino mi Perla bonita.

Ahora mismo, nada más pensar en ese día, me he relajado un poco.

¿Por qué no quedamos para chatear en el messenger?

Lo mismo le digo a Xavi de ir a Madrid en Enero.

Leo ésto y no sé si publicarlo aquí o mandaros un mail. Pero qué cojones... ¿Para qué mierdas quiero yo la privacidad?


Os echo de menos, joder.

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